Siempre he envidiado un poco a esas mujeres británicas estereotipadas de milochocientosypico, que se ponían tocados de plumas o perlas, guantes hasta el codo y vestidos de corte imperio y salían a bailar a mansiones lejanas en carros tirados por caballos. Esa Fanny Price, que escribe disparatadas novelas en cuartillas encerrada en el torreón de Mansfield Park con el pelo alborotado y la chimenea apagada. Las quinceañeras que lo único que tienen en la cabeza son oficiales y lazos. El té de las cinco servido en tazas de porcelana con dibujitos de flores. Yo tengo una pero tiene los bordes algo resquebrajados. Escribir largas cartas en letra cursiva a la hermana recién casada que pasaba la luna de miel en Londres, probablemente con un hombre al que no llegará a querer nunca pero con abrigos de sobra para toda la temporada. Los largos paseos por el campo a caballo con un aire del demonio que hace que se te vuele el sombrero o se te tuerza el tobillo y el caballero que pasaba por allí te tenga que llevar a casa en volandas. No esperar nada del mundo y que nadie espere nada de ti.
Y que la vida pase tan deprisa.
"No esperar nada del mundo y que nadie espere nada de ti.
Y que la vida pase tan deprisa"
Creo que no eres la unica que las envidia :)
pd:Porcierto,me encanta tu flequillo.
Con el paso de los años acabamos preguntándonos por qué la vida pasó tan deprisa.
Supongo que todas esas mujeres victorianas contribuyeron, de alguna manera, a forjar un imperio.
A mi también me encanta tu flequillo.
Como todo, supongo que si ella hubiesen sabido de nosotras actualmente, hubiesen querido ponerse en nuestro lugar.
En ese tiempo todo ese mundo de opulencia aristocrática es idílico. Pero no te olvides que esas mujeres vivían encorsetadas por un machismo estúpido y que hoy nos parece sorprendente. Te felicito por el posteo, te descubrí y te sigo. saluditos.