Una de las cosas que más me ha costado aprender desde que empecé a aprender de verdad es que no hay límites. Escribirlo no es difícil, pero asumirlo es tan complicado como imaginarse la desaparición del universo. Estamos tan encarcelados en nuestra inteligencia humana (suponiendo que sea inteligencia lo que nosotros llamamos inteligencia) que hemos creado unas reglas creyendo que eran una ventana por donde respirar aire fresco, cuando lo que ha ocurrido realmente es que han estrechado aún más el espacio entre los muros. La realidad es que en cuanto nacemos nos metemos en esa caja. Mejor dicho, nos meten.
Por eso es tan duro hacerse a la idea de que no hay normas, no hay Dios, no hay moral, NO HAY LÍMITES.
No hay escritura en piedra. No existen los conceptos mejor ni peor, no hay ventajas, no hay seguridad. Nadie sobresale por encima de nadie porque sólo somos hormiguitas desfilando hasta que alguien queme con una lupa el hormiguero, y las palabras de hoy se pudrirán dentro de cien años y para siempre. No hay moda que valga. No hay belleza porque nadie puede determinarla. O, por el contrario, todo es bello. No hay nadie que asegure que los inteligentes van a triunfar. Nadie puede decir con certeza que todos los ideales que masticamos día tras día a nuestro alrededor, que leemos, que nos transmiten y por los que luchamos sean correctos, porque no existe la corrección. Nunca sabrás si has elegido el camino adecuado; sólo sigues un camino. Y lo sigues porque está aceptado que seguir un camino es lo correcto, no porque lo sea, nadie lo sabe.
No hay límites, no hay seguridad, no hay arrepentimiento, no hay más que la nada y hacia ella vamos.
No es un intento súper existencialista (o nihilista, o lo que sea) de criticar la sociedad, simplemente es el juego de una chica que se aburre en clase y le da por imaginarse que todo lo que le rodea es falso. Está claro que vivimos mejor en una caja, de lo contrario nadie viviría.
Me encanta desmontar cajas de cartón, y me encanta esta entrada :)
Entonces yo... ¿no soy yo?
Y todo este tiempo creyendo en mis propios límites...Jejeje.
Besos