Cierra los ojos.

Cierra los ojos, niña.




En el balcón, escenario de una luna enorme
blanca, azul y amarilla, embarazada

me perseguías y yo me asomaba para tocar su barriga.

Sobre el mar artificial y brillante
vacío de peces y de vida
que me espera paciente en cada sueño a que me precipite
mirabas mi espalda con ojos de niño
y tu rostro cambiaba muchas veces.

Me has prometido un beso, decías al final
y yo me volvía suspirando
sin dejar de recordar la palabra
grabada en la madera de mi cama.

Me debes un beso, decías
y yo que sí, que es cierto
te arrojaba los brazos al cuello y te besaba
sin saber quién eras
tratando de no tocar con la lengua tus dientes amarillos
y de no escuchar tu respiración entrecortada.

Al momento me daba cuenta de que sabías demasiado amargo

y de que la luna se reía, cada vez más fuerte
cada vez más gigantesca, a punto de devorarnos
y el mar me reclamaba a gritos para sí
y yo sólo quería liberarme de ese beso ceniciento
liberarme y ser tragada.

Al despertarme, acariciaba con la punta de los dedos la superficie lunar de mi pared.








One Response so far.

  1. Laura M. says:

    Pensarás que siempre digo lo mismo, pero este (definitivamente) es uno de los mejores textos que he leído de ti, muy íntimo además. ¿Cuando creciste tanto?

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¡Muchísimas gracias!

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