Maldito Tim Burton

Esta noche he tenido un sueño de esos que te oprimen el pecho al despertar, como si una mano invisible jugase con las conexiones del corazón, descolocando todas las emociones. De esos en los que la realidad se difumina y te hace odiarla más que nunca, de esos en los que no sabes si la pesadilla termina o comienza al abrir los ojos. Supongo que no es tan raro levantarte llorando un lunes por la mañana.
Dicen que si no cuentas un sueño diez minutos después de soñarlo se te olvida, pero yo lo recuerdo perfectamente, porque es el sueño más bizarro que he tenido en años.



El gato de Cheshire me llevaba cada noche a un cine abandonado lleno de gente extraña y loca con historias inverosímiles. Me llevaba a lugares increíbles y por la mañana despertaba en mi cama con una carta suya escrita en tinta roja en la mano y con punzadas de angustia creciente en el corazón. En las cartas él criticaba la vida real, las personas que me rodeaban, se burlaba y satirizaba todo lo que no perteneciese a aquél otro lugar, haciendo que pareciese ridículo lo racional. Yo cada vez pasaba más tiempo viajando con el gato, y cuando volvía a mi cama leía y releía una y otra vez sus cartas, las devoraba con ansia esperando su regreso como una drogadicta que necesita su dosis.
Me distanciaba de todo el mundo y acababa vagando confusa por la ciudad como una sin techo, añorando con cada fibra de mi ser mi chute de fantasía. El gato de Cheshire me abandonaba durante un tiempo, tiempo que pasaba refugiada en la tienda de lámparas y espejos de una anciana que me dejaba su diminuto baño para lavarme y beber agua del grifo. Seguía recibiendo cartas de tinta roja, en las que el gato insultaba a la viejecita y la llamaba "bruja" y "brújula". Comenzaba a pensar que me estaba volviendo loca, y que era yo misma la que escribía las cartas, que todo era una invención de mi subconsciente, y ya no sabía lo que existía y lo que no. Nunca me he sentido tan abandonada.

Finalmente la sonrisa del gato volvía a aparecer, pero él volvía agresivo, desconfiado, herido. En el otro lugar el cine se había convertido en un supermercado en el que poco a poco y en grandes filas se iba destruyendo a las criaturas al hacerlas pasar por caja. Recuerdo que yo corría agarrada a Cassie (de Skins) buscando al gato de Cheshire entre la gente sin dejar de llorar, mientras la fantasía se iba destruyendo poco a poco.

Me he despertado con la sensación de no estar sola en mi habitación. Y sobre la estantería, contra la pared, la estela, el rastro casi difuminado de una enorme sonrisa.

3 Responses so far.

  1. Eduardo says:

    Al menos fue un sueño. Imagínate que hubiera gente así de verdad...

  2. Anónimo says:

    El gato esta instalado en la obra del subconsiente en la cinta... la paradoja es la capacidad de desaparecer más alla de aquel sub, para luego reaparecer... pero desaparece realmente?? el gato tan solo cierra los ojos frente a las oscuras y desgastadas imagenes que alli se esconden,, el, formando parte de aquel lugar,,aparenta regresar a la conciencia y dejar de estar.. para él desaparecer es símil al despertar del sueño...En tu sueño eres heroína, lo cual aprieta el pecho y duele el corazón... seguro que hay mucho allí... y tan solo no lo recuerdas... quizas el gato se burla,,simplemente por que no disfrutas la capacidad de estar consiente en tu sub.. piensalo...

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