Asustas


Por ser la primera noche, Olivia buscó un espejo de mano y le enseñó a Alba de nuevo el contenido de su estuche de maquillaje con más detalle. Encendieron velas y se sentaron al lado de la ventana para aprovechar todo lo posible la luz. Paso a paso, la chica color cielo le fue enseñando cómo bordearse los ojos con lápiz de kohl, cómo extenderse el colorete por los pómulos y combinar los distintos tonos de gris para iluminar los párpados. Le rizó las pestañas por primera vez y le dio un toque de blanco en el rabillo de los ojos para intensificar la mirada. Finalmente le enseñó con paciencia a pintarse los labios y a aplicarse encima de la pintura una capa de miel, que además de unificar el color y hacer que brillase más, se decía que los hidrataba. Cuando terminó, después de mirar la obra con ojo crítico de artista y añadir unos retoques aquí y allá, le tendió el espejo para que se mirase.

-Asustas –declaró con una sonrisa que quería decir todo lo contrario.

Al ver su reflejo, sin embargo, Alba tuvo que darle toda la razón. ¿Esa era ella? Se observó desde todos los ángulos con los ojos muy abiertos, como un niño que se mira las manos y extiende los dedos y los dobla, consciente de repente de que son suyas. Se sentía como un cuadro finalmente acabado, y por primera vez se sintió orgullosa de su belleza. Se dio cuenta de que había desobedecido las órdenes del ministro, se había maquillado, y aunque en esos momentos él se encontraba demasiado lejos como para saberlo, sonrió traviesa y deseó que estuviera donde estuviese, el ministro supiera que ella, su niña, había roto en pedazos su máxima prohibición y había bailado sobre ellos al igual que bailaba en su despacho cuando él no estaba.

One Response so far.

  1. Wolfgang says:

    Me encanta cómo escribes ^^, sobre todo me gusta el final.

    Adivina quién soy, Maya ^^

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