Universos paralelos.

Cada vez estoy más convencida de que aquí dentro hay dos, no A. y G., en fin, sí, pero también otras dos, otro tipo de dos.

Ahora que Proserpina duerme la mona bajo una capa de alquitrán, y que el humo naranja de la luz de las farolas sustituye al amanecer, y que el frío me besa en la boca hasta romperla cada vez que salgo por la mañana temblando dentro del jersey, ahora que llevo tantos ochos y veinte caminados sobre suelo mojado, que los símbolos funestos me persiguen y la pena negra me empacha y los distintos universos y columnas de mármol me aplastan el pecho, 

ahora no puedo evitar acordarme de las plazas bañadas por el sol, de los jardines y las calles adoquinadas y llenas de palacios blancos y silenciosos como cáscaras de huevo. De los muros en los que quería fundirme y ser uno con ellos.
Y no puedo evitar pensar que no soy la misma, es imposible que sea la misma aquí y allí.

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