Claudinita (1)

Que no actualice no significa que esté de brazos cruzados, ni mucho menos. De hecho estos días he afilado la pluma (porque los Pilot negros se me han acabado, ¡se aceptan donaciones!), y no precisamente trabajando, aunque tampoco me vendría mal. 

La verdad es que no pensaba continuar más con Claudinita y Claudinito, eran simplemente un trozo más de la vida de Ginebra, una de sus noches. Pero Neeze, la genial Neeze (cuyo blog podéis ver aquí) me dijo que por qué no contaba la historia de Claudinita. El caso es que como siempre ocurre con estas cosas, tú les das la mano y ellos te agarran el brazo, y sin comerlo ni beberlo me estoy tragando toda su vida de pareja. La escribo lo más deprisa que puedo mientras Claudinita me susurra sin parar anécdotas, enredándose el dedo en el pelo. No para ni para tomar aire. Por qué me meteré yo en estos líos.

En fin, os dejo un cachito, el principio de toooodo lo que me ha ido contando a lo largo de estos días tontos, antes de irme a clase de francés.






A Claudinita le gustaban las tortillas de queso poco hechas, apenas una vuelta en la sartén para que el huevo brotase, aún crudo entre los trozos de queso, como un volcán amarillo. Se sentía una gran cocinera vertiendo la mezcla batida sobre el fuego y escuchándola crepitar mientras agitaba en círculos una copa de vino a la que daba pequeños sorbitos, bailando al ritmo de Paolo Conte y su Via con me. Esa canción siempre le recordaba a Claudinito y a su olor a nuevo, su estilo innato y los jerseys de lana a rayas de colores. Toda su casa era un reflejo de él. Nadie que hubiese entrado en ella hubiese podido adivinar que Claudinita también vivía allí; pocos objetos personales la delataban: un cepillo de dientes de más en el baño, algún rastro de pintalabios en los bordes de los vasos, un ramo de flores en un jarrón minimalista sobre la mesa del comedor. Habían alquilado la casa juntos y aun así parecía una invitada que se hubiese acomodado demasiado tiempo en el mundo ordenado y pulcro de Claudinito.  Acostumbrada a esconder sus zapatos dentro del armario cuando llegaba a casa, se sentía afortunada de tener el lujo de convivir junto con Paolo Conte en el corazón de jazz de su novio.

Claudinita inclinó la sartén sobre el plato y vertió tal cual la tortilla. Justo en ese momento sintió la caricia de Claudinito, que se había acercado descalzo y olfateaba su cuello al tiempo que deslizaba las manos dulcemente a lo largo de la curva de su cintura como dos arañas sigilosas. Claudinita, acostumbrada a estas apariciones, había aprendido a no sorprenderse si era capaz de percibir su perfume, un frasco carísimo, fresco como un soplo de aire helado en lo alto de un tejado, que siempre lo precedía. El olor de Claudinito impregnaba todo el piso, las sábanas, la ropa, era más propio de él que su voz.

-Mi pequeña chef preferida -ronroneó Claudinito con la boca oculta en el hueco de su cuello.

-Uy sí -exclamó ella con una sonrisa, tomando un trago de vino. Claudinito le dio la vuelta delicadamente para besarla, y el sabor del alcohol se mezcló como un veneno con la saliva de él, ya tan conocida como si formase parte de su propio cuerpo. El contacto entre ambos, el primero que habían conocido y el más profundo e intenso que podían imaginar, les recordaba siempre que eran parte de un mismo ser, algo tan natural que nunca se habían parado a cuestionarlo. Estaban juntos, así era como debía ser, y ya estaba. Claudinito prolongaba más y más el beso como un muerto de sed.

-Se me está quemando el bizcocho -advirtió finalmente Claudinita, separándose para abrir el horno.

-Que le den al bizcocho, ya no quiero bizcocho -exclamó Claudinito con expresión de niño caprichoso. Molesto, apagó sin miramientos el horno, cogió en brazos a Claudinita y la llevó hacia dormitorio. 

La tortilla se enfrió en el plato, al lado de la copa de vino manchada de pintalabios.

3 Responses so far.

  1. Lola says:

    Por una vez no te comento para reclamarte un poquito de Alba pero para decirte que Claudinita,Claudinito y tu cuento de Navidad son a cada cual más genialoso.
    Tenía que decirlo :)
    Un beso.

  2. Laura M. says:

    OOoooh sí. A esto me refería. Haces realidad todos mis sueños, pequeña. Leer tu blog era una de mis asignaturas pendientes entre tanta universidad. Voy a por el resto ;)

Leave a Reply

¡Muchísimas gracias!

Datos personales